Montreal se presenta como un crisol cultural, donde la vieja Europa se encuentra con el nuevo mundo. Paseando por sus rutas adoquinadas, te topas con bistrós acogedores y centros de arte que desbordan originalidad. Abrazada por las aguas del río San Lorenzo, esta metrópoli vive un ciclo de climas, desde la suavidad de sus veranos hasta la blancura de sus inviernos, estableciendo un escenario propicio para tanto el recogimiento como el descubrimiento citadino. Aquí, lo antiguo se entreteje con lo contemporáneo, ofreciendo un tapiz rico en historia y posibilidades.